"Solo quiero enseñarte el corazón poco a poco"

"Solo quiero enseñarte el corazón poco a poco"

domingo, 25 de octubre de 2015

Menos



Echo de menos nuestro juego de querernos a medias,
de picarnos más que el peta-zeta.

Echo de menos tus malas contestaciones;
también que me des los buenos días 
sin serlos.

Echo de menos los abrazos interrumpidos por 'Te han crecido las tetas'
aunque sé que me abrazabas para juntarme los trozos rotos 
que me dejó cada uno que te puso "celoso".

Echo muchísimo de menos sentir el amor de la amistad.

Echo de menos tus diferencias, 
las nuestras 
y la de los demás 
cuando estamos juntos.

Y sí, echo de menos cada parte de tu cuerpo al rozar el mío, 
me hacía sentir que volaba 
                                                                                        entre nubes de tinta y un cielo de papel.

Echo de menos regalarte sonrisas, abrazos, días, tardes, noches y miradas.

Echo de menos todo tú, todo de ti.

Escribir(te) y tú a 10 metros, 
mientras lo único que corre es la idea en mi cabeza de que la razón sea de los demás 
'Uno siempre siente más que otro'.

"Echo de más" la cuerda que se rompe, 
esperando que mi intento de arreglarla no sea absurdo.

Echo de menos que me recuerdes esa fecha histórica, echo de menos que la recuerdes.

Me quedan muchos te echo de menos, y ojalá queden millones más de gracias por seguir a mi lado.

-Te quiero de más, pa echarte de menos.-

jueves, 15 de octubre de 2015

Haz-me




Estudia-me, una, otra vez, hasta que la memoria te falle y vuelta a empezar.
Une-me todos los lunares hasta que salga la figura más bonita que jamás hayas visto.
Toca-me, tócame hasta perder el sur y norte de mi cuerpo, hasta ser una piel.
Aprende-me de P a M, aprende de todas las veces que quisiste y no intentaste.
Inyecta-me una dosis de eso que llamas realidad y no te vayas hasta que la haya afrontado.
Extasía-me como tú sabes, sin esfuerzo alguno.
Mira-me, báñate en mis ojos que aunque no sea el mejor mar, prometo cuidarte.
Agarra-me la sonrisa y no la dejes ir, no te dejes ir.
Descuida-me lo justo para escribirte cada día.
Muerde-me los miedos hasta que no quede ni el monstruo de debajo de la cama.

Pierde-te, piérdete en mi cuello buscando una salida sin éxito que acaba contigo durmiendo en mi clavícula derecha.






miércoles, 14 de octubre de 2015

Extremo-duro







Escuchar nuestra canción de extremoduro en bucle no me basta.


Quiero salir, beber, que te tiemblen los pies a mi lado 

y nunca descubras quién es más puta -la luna o yo-


Quiero que me cojas la mano 

y me digas que solo no comprendes la vida.


Quiero que te dejes llevar, 

que levantes la voz 

y que seas mi perro fiel.


Quiero quedar cerca del suelo 

para seguidamente subir a lo más alto de la locura 

y allí tirarnos de cabeza.

Tranquilo, que después de llegar al extremo me hago la dura y ya te he olvidado, so payaso.


jueves, 1 de octubre de 2015

Solución = tú




Te abro, 

empiezo a representarte y,
justo donde rodeabas más de un número
ahí, dejo de entenderte.
Pero me es imposible dejar de quererte.

Me explican sobre ti, 
que necesitas más de una X para ser número.
No los escucho,
quiero seguir pensando 
que mis soluciones son las correctas,
que todas llegan a nosotros, a ti.

Que no vuelvan a explicarte,
grítales que te hago a mi manera,
que 2·2 son 3 y que yo seré la que te descubra los errores, 
solita.
Tírales de una vez tus X simplificadas y,
quédate con una, quédate conmigo,
para al fin poder entenderte.

Ya te he leído 63 páginas 
y ahora, después de superar el teorema de tus besos,
de amplificar sonrisas y simplificar problemas para arrancárlos de raíz.
Después de todo,
me vienes representándome 
la línea de nuestra vida.
Señalas más momentos a la izquierda que a la derecha.
Quiero y voy a cambiarle el signo,
que entiendas que toda fracción es equivalente a felicidad, cuando estoy a tu lado.

Y ahora, te vas
tu te quedas sin X 
yo me quedo.

Me quedo sin descubrir más teoremas,
que no sea el de Pitágoras.
Y joder, yo quiero el tuyo,
que me daba el porcentaje exacto de nuestras pulsaciones
cuando estábamos juntos.
Nunca te lo dije, pero daba infinito.

Comparaba tu clavícula, 
con un rascacielos;
Hacía el porcentaje de su altura y
saltaba una y otra vez hasta llegar a tus hoyuelos. [Allí había una razón-entre a y b el cociente de lo nuestro eras tú y tus labios-] No había ecuación incompatible
a nosotros.
Eramos dos catetos opuestos
unidos por la hipotenusa razón
de querernos.
No había probabilidad
que se nos resistiera.
Eramos una función creciente,
con mil máximos
y ningún mínimo.

Que contigo aprenderte era fácil.

Y al final puede que tengan razón, que si nos saltamos un paso la solución no sea nosotros, no seas tú.